viernes, 14 de enero de 2011

Vuelve Trina


     Para los que no la conocen Trina es una niña de seis años inquieta y avispada que con sus preguntas pone en mas de un aprieto a su Seño

       Ha amanecido un nuevo día y la luz se filtra a través de las cortinas en el dormitorio de Trina. Del pequeño piano despertador sale una agradable música que consigue que la niña se rebulla perezosa con poquísimas ganas de levantarse.
      Por fin se frota los ojos y al abrirlos ve encima de la cama su chándal favorito. Es azul oscuro con una Hello Kitty  bordada ¡Bien hoy es viernes¡
      Los viernes tiene gimnasia y música, dos cosas que le encantan.
      En gimnasia, al terminar los juegos y deportes, los últimos minutos de la clase los emplean en comentar con la profesora los grandes triunfos de los deportistas y la cantidad de personas que asisten a verlos venidas desde cualquier sitio aunque esté lejos.
      Igualmente, el profesor de música, que les enseña a tocar diversos instrumentos y a cantar canciones, les dice que lo hacen muy bien  y que quizás cuando sean mayores alguno de ellos podría llegar a ser una gran estrella que diera conciertos en sitios como polideportivos llenos de  público.
      También  hoy la Seño les habla de algo importante antes de que acabe la mañana.
… Cuando los papás o los abuelos os den dinerito para chuches este fin de semana, me gustaría  que no  lo gastéis todo, recordad que es bueno que guardéis una parte en la hucha por si llega un día que no os pueden dar.
    Ya sabéis que todos estamos pasando una mala época, hay personas que no tienen trabajo y otras que si lo tienen pero ganan muy poco dinero… 

¡¡¡ POCO DINERO!!!

Trina, siempre alerta, levanta su mano:

“Seño, si las personas que van a los partidos de fútbol y a los conciertos tienen poco dinero ¿Cómo pueden pagarlos?

Escrito  por Carmina ( mi hermana)

miércoles, 12 de enero de 2011

El ángel de los números

                                                               
VÍRGENES con escuadras
y compases, velando
las celestes pizarras.

Y el ángel de los números.
pensativo, volando
del 1 al 2 , del 2
al 3 , del 3 al  4.

Tizas frías y esponjas
rayaban y borraban
la luz de los espacios.

Ni sol, luna, ni estrellas,
ni el repentino verde
del rayo y el relámpalo
ni el aire. Sólo nieblas.

Vírgenes sin escuadras,
sin compases, llorando.

Y en las muertas pizarras,
el ángel de los números,
sin vida amortajado
sobre el 1 y el 2,
sobre el 3 , sobre el 4 ...

El ángel de los números de Rafael Albertí.




martes, 11 de enero de 2011

Nuevo regalo


Este nuevo regalo viene del blog  Ciudadana del Mundo

Blog en el que Katy  nos habla de lugares lejanos, nos muestra  fotografías insólitas y muchas cosas más.
En la cabecera del blog se puede leer:
  
No he nacido para un solo rincón, mi patria es todo el mundo. (Séneca)

lo  no puede ayudar a hacernos una idea de lo que podemos encontrar en él , pero para conocerlo mejor entra a verlo .
Gracias Katy por volverte acordar de mi 

Este regalo lo comparto con todos los lectores y seguidores de Pasatiempo. Pero como la norma es nombrar otros blogs y esta es la parte más difícil hoy me decido  por:

Francisco: Días de aplomo



Gracias a todos por estar



sábado, 8 de enero de 2011

EL caso del número discapacitado

        "Un siete y una sieta se casaron y tuvieron un hijo que resultó ser un 6. Incapaces de reconocerse en aquel niño, se echaron a llorar desconsoladamente".

        Así empieza el cuento, “El caso del número discapacitado";  un cuento que, en tan solo 9 páginas, bueno, 9 pantallas, nos transmite una interesante enseñanza.

        "El caso del número discapacitado" está escrito por Juan José Millás y cuenta con dibujos de Forges. Es uno de los muchos cuentos que puedes encontrar en el libro Números pares, impares e idiotas.

jueves, 6 de enero de 2011

Reflexiones

Autor : Juan Antonio López

El año que acaba ha sido especial para mi familia y para mí. Al empezar 2010 tenía que tomar una decisión muy importante: ¿de verdad quería prejubilarme? Mi marido lo hacía en abril, pero y yo… ¿quería hacerlo? Me gustaba mi trabajo (era profesora), mis compañeros eran mis amigos, tenía fuerza e ilusión suficientes para seguir unos años más… ¿entonces? Difícil decisión.
Con satisfacción por la misión cumplida y con cierto miedo al futuro, al acabar el curso me prejubilé. Y los últimos días fueron inolvidables: uno, dos y hasta tres homenajes distintos nos hicieron los compañeros a los profesores que nos despedíamos, a cual más entrañable. En ese momento me convertí en blogger y abrí Pasatiempo con el objetivo de que fuese para mí lo que su nombre indica.
Un poco después vendría una gran noticia: nuestro hijo aprobaba las Oposiciones de Profesores de Secundaria. ¡Uf! Qué alegría y qué descanso, sobre todo, para él que se había presentado más veces.
Por esos días descubrí al grupo Blogueros Mayores, donde he encontrado a unas personas maravillosas.
Y como todos los años, nos fuimos unos días a Águilas (Murcia), pero esta vez había alguna diferencia: no teníamos que volver el día 1 de septiembre a los exámenes ¡Estábamos prejubilados! Y ahí fue cuando me empecé a dar cuenta de lo que eso significaba.
Más tarde vendría el viaje a Argentina en noviembre y el poder descansar tranquilamente a la vuelta del cansancio acumulado en el viaje. Y así día a día, han pasado seis meses desde que tomé la decisión, de la que no me arrepiento.
También ha habido momentos difíciles a lo largo del año, entre ellos la decisión de nuestra hija de darle un rumbo nuevo a su vida o la muerte de un cuñado con sólo cuarenta y cinco años, pero prefiero olvidarlos.
2010 se ha ido y llegó 2011. ¿Qué nos traerá? Me conformaría con ver que durante el próximo año nuestros hijos son felices, nosotros seguimos bien de salud y no aumentan las sillas vacias el día de nochevieja.
Feliz año a todos.






lunes, 3 de enero de 2011

Nora

A las cuatro horas de nacer
Tus ojos vivarachos y tu risa fácil no lo pudieron ocultar: ¡estabas embarazada! Tu ilusión de volver a ser madre se iba a cumplir.

Muy pronto detectarían que el cordón umbilical estaba dañado y empezó tu calvario. Un peregrinar de médico en médico, en el que unos te decían abiertamente que interrumpieras el embarazo, que el bebé iba a nacer con muchos problemas, y otros te daban esperanzas y te decían que no siempre pasaba eso.
Mientras, tus ojos aguantan las lágrimas y tu sonrisa se esfuerza por brotar, te aferras a la duda y sigues adelante.
Te hacen pruebas y más pruebas y te dicen que es niña. Los médicos repiten una y otra vez que todo va bien “hasta ese momento“. Otros siguen insistiendo en que interrumpas el embarazo porque se te acaba el plazo. Es una decisión difícil cuando la notas crecer dentro de ti, cuando hasta hoy es una niña sana. ¿Qué hacer? El riesgo de problemas aumenta a medida que aumentan los meses de embarazo. ¿Qué hacer? Tu ilusión, tu fuerza y el apoyo del padre te hacen seguir adelante.
Y ya  tiene nombre: Nora. Sentimientos de ilusión y tristeza hay al pronunciarlo.
Se acabó el tiempo, ya no hay vuelta atrás. Las pruebas siguen diciendo que todo está bien. Deseas tenerla en tus brazos y, a la vez, temes ese momento, pues sabes que los problemas pueden surgir, incluso, en el momento del parto.
Por fin, hoy ya ha pasado todo, y Nora es una niña sana y feliz que hoy cumple un mes.




domingo, 2 de enero de 2011

La muñeca negra



María, como todas las Navidades, había escrito la carta a los Reyes, pero ese año era diferente: ¡le habían contestado!
Hacía unos días había llegado un telegrama de sus majestades los Reyes de Oriente: “Hemos recibido tu carta y, como has sido buena, te llevaremos todo lo que pides”,  decía. Nerviosa, lo leía una y otra vez, enseñándoselo a sus padres y esperando con ansiedad que llegara el día señalado.

La noche de Reyes, cuando desfilaban en cabalgata por las calles de su pueblo, les gritaba: “Reyes, Reyes, he recibido vuestro telegrama“, y la gente la miraba, pero ella seguía gritando. Como cada noche de Reyes, se acostó temprano, tan temprano que todavía se oían por la calle las trompetas del desfile. Lo que había aumentado era su nerviosismo, un nerviosismo inexplicable y que nadie entendía. Temía que llegaran antes de que estuviese dormida, porque no los quería ver. María sabía que otros niños intentaban no dormirse para ver si los veían llegar, pero no era su caso, ella se acostaba y apretaba los ojos, no quería verlos. ¿Qué sentía? ¿Miedo? ¿Respeto? Nunca nadie lo supo.
A veces, los Reyes, desde sus caballos, entregaban algunos juguetes a los niños; ella nunca quiso, por más que sus padres, todos los años, le preguntaban: “¿Quieres que te den algún juguete directamente?” Siempre dijo que no.
A la mañana siguiente, cuando despertó, fue un día de Reyes normal, pudo observar que sus majestades, como todos los años, se habían comido algún mantecado de los que sus padres les habían preparado y que se habían tomado una copa. Pero nada más. Tan normal, que María nunca recordó qué le dejaron los Reyes ese año.
Lo que sí perduró en su memoria para siempre fue una muñeca negra de china, vestida de hawaiana, con un pelo negro precioso, o por lo menos a ella se lo parecía. Sus tías de Madrid, todos los años, le mandaban lo que le habían dejado allí los Reyes. Cuando ese año abrió la caja y vio la muñeca cambió su cara: “¡Una negrita!”, exclamó; y desde entonces, esa muñeca sería su preferida.
María creció, pasó la magia de los Reyes y la época de jugar con muñecas, pero la caja de su “negrita” permanecería guardada en el altillo. Tantas veces como su madre le dijo de tirarla, tantas veces contestó que no.
El tiempo siguió pasando; María ya tenía su casa e hijos y un día decidió llevarse su muñeca. La pondría en una estantería. Pero al abrir la caja, vio con tristeza que su muñeca no era como la que recordaba, era mucho más basta  y, sobre todo, tenía las secuelas propias de haber jugado con ella: algún dedo roto, en otro se le veía el cartón, algún arañazo en la cara, el pelo enmarañado… No pudo disimular su tristeza y le dijo a su madre: “Creía que estaba nueva”.
     María, no recordaba haber jugado con ella y  ahora se sentía feliz  al comprobar que si lo había hecho.